A partir de un determinado número (superior a 30) de botellas de vino, también se recomienda que el consumidor particular de vino lleve un registro de bodega.
Cada vino tiene un tiempo de desarrollo diferente y lo ideal es «disfrutar de un vino a la edad adecuada», es decir, cuando se ha desarrollado completamente a través del envejecimiento en botella en el mejor de los casos y ha alcanzado la madurez óptima para beber.
Para la gestión de la bodega, el libro de bodega debe contener los siguientes datos por botella:
- Nombre del vino según la etiqueta
- Donde se compró
- Precio de compra
- Productor (bodega)
- Nivel de calidad (regular, bueno, muy bueno, excelente)
- Denominación de Origen (Rioja, Rueda, Ribera del Duero… etc.)
- Tipo de vino (tinto, blanco, rosado, espumoso, vino de postre)
- Volumen de la botella
- Añada
- Envejecimiento (cosecha, crianza, reserva, gran reserva)
- % Alcohol
- Otros datos como la acidez, el tiempo de maduración óptima (según la información del vendedor o su propia experiencia y estimación)
- Varios.
Tras el consumo, se añade la fecha de disfrute y la ocasión, así como al menos una breve evaluación del vino.
Estas entradas son muy útiles a la hora de comprar nuevos vinos y, sobre todo, a la hora de disfrutarlos.
Lo ideal es tener siempre un buen surtido de vinos, para estar listo para cada ocasión: por ejemplo, unos buenos vinos tintos para aperitivos a base de quesos y embutidos o carnes a la parrilla. Unos blancos (tranquilos o espumosos, como prefieras) para acompañar platos delicados o, por qué no, unos tentadores rosados. Las burbujas son inevitables, siempre son buenas y también pueden cambiar el camino a los aperitivos de última hora.